De Ansiedades, Cuarentenas, y Perros

¿Qué tal? Casi que nos tenemos que presentar otra vez. Pensé que ya había pasado un año desde mi último blog post, ¡pero no! Son 11 meses nada más. Me salvé.

En estos días en los que asumo y espero todos estén en casa, (claro está, excepto los que nos están manteniendo vivos en trabajos esenciales, aplausos de pie para ustedes), la ansiedad es un mal que la gran mayoría de nosotros está compartiendo.

Y aunque ahorita todos tenemos, y en muy diferentes formas, muchas razones más por las que estar preocupados, pues vengo a compartir mi experiencia reciente, no porque crea que tenga las respuestas, pero porque mientras más hablemos de estas cosas, menos solos nos sentimos.

 
Foto de Mark Zamora en Unsplash.

Foto de Mark Zamora en Unsplash.

 

Durante el último año y medio mi ansiedad simplemente me ganó. He estado tratando de lidiar con muchos proyectos a la vez (incluyendo este), y no hay 50 horas en un día. Además del trabajo, pasar por una pérdida de embarazo y luego tener varias rondas de tratamiento de fertilidad, pues. Si tienen hijos, denles un besito de mi parte.

Lo que me ha sacado adelante (aparte de la terapia), ha sido el apoyo incondicional de Ale, mi familia, y mis amigos (en serio, mientras más hable uno más se da cuenta que muchos pasamos por lo mismo). Nacho, por supuesto. Escoger adónde enfocar mis energías en lo que puedo hacer, y avanzar a poquitos. Aunque escribir no se me ha dado, sigo aprendiendo en clases grupales, y con Rocky, mi estudiante privado adorable. Como dice un sabio y queridísimo amigo: “¡No aflojar!”

 
 
Ale y Nacho arriba. Abajo, mis estudiantes: Rocky y una de las clases grupales.

Ale y Nacho arriba. Abajo, mis estudiantes: Rocky y una de las clases grupales.

 
 

Entonces, ¿qué recomiendo? No estoy segura. A todos nos sirven cosas diferentes. Pero lo que sí sé que a todos nos ayuda, y bueno, la ciencia lo respalda, son nuestras bolitas peluditas de amor. Al compartir la vida con una mascota, no importa cuál, se ha comprobado que:  

  • Baja nuestra presión arterial, niveles de cortisol y estrés,

  • Ayuda a combatir sentimientos de soledad y depresión,

  • Aumentan las probabilidades de hacer ejercicio físico con nuestras mascotas.

En particular, los perros tienen la habilidad única entre los animales de aumentar nuestros niveles de oxitocina, nada menos que la llamada “hormona del amor”, que producimos cuando creamos vínculos afectivos. ¡No sólo somos nosotros! Cuando interactuamos, los perros también registran niveles elevados de la misma hormona. Amor puro.

Mi punto es, trátense con cariño, está bien sentirse paralizados, está bien tomarse unos minutos para respirar profundo, mejor si se puede compartir con los que queremos, incluyendo por supuesto a nuestros perritos (está bien, y los gatos).

Cuídense mucho. ¡No aflojen!

 
Sofía Brenes